15 de Mayo del 2034, cuatro y media de la madrugada y uno sin poder dormir desvelado cual murciélago en la noche. 15 de Mayo, martes o, mejor dicho, ya miércoles pues en pocas horas empezará un nuevo día lectivo. ¿Qué hacer, intentar, una vez más, conseguir el sueño o darme por vencido y buscar una alternativa? Cinco de la mañana. Tú ganas, querido insomnio. Busquemos una alternativa, pues.
Entre bostezo y bostezo, me surge una duda. ¿Cómo podían trabajar mis colegas de profesión hace 30 años? Es una quimera tratar de pensar que un profesor de nuestros días pudiera serlo hace tanto tiempo. ¡Alguien se imagina una clase sin pantallas digitales en el campo visual de cada alumno! Recuerdo que, cuando yo era alumno, los profesores usaban un material tan incómodo como extraño para anotar cosas en la pizarra. ¿Cuál era su nombre? ¡Uf! Imposible recordar...
Cosas tan comunes como unas simple Google Glass no sabían ni lo que eran, con lo cómodas que son usarlas para comprobar el comportamiento de la gente en clase.
Siete de la mañana. En fin, visto el éxito de mi descanso, me voy a trabajar. Suerte que contamos con el teletransporte, si no no llegaría a tiempo al trabajo...
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